ESP Sony Microsoft

La industria del videojuego enfrenta un período turbulento, exacerbado por un colapso económico que comienza a dejar su marca. Dos gigantes del sector, Sony y Microsoft, han experimentado semanas convulsas, cada uno por razones distintas, revelando posibles carencias en sus estrategias de comunicación.

Por un lado, Sony ha generado controversia con su juego Helldivers 2. A pesar de haber anunciado inicialmente que sería necesario contar con una cuenta de PlayStation Network para jugar, la implementación tardía de esta medida causó gran revuelo. La comunidad reaccionó negativamente, lo que llevó a Steam a retirar el juego en más de 170 países. Aunque la situación fue eventualmente revertida, el daño a la imagen de Sony ya estaba hecho. La polémica resurge con el próximo lanzamiento de Ghost of Tsushima en Steam, poniendo en cuestión si era necesario forzar a los usuarios a utilizar la plataforma de Sony, sabiendo el potencial rechazo que podría generar.

En el caso de Microsoft, la polémica surge de una situación diferente: el cierre de estudios, incluyendo a Tango, creadores de Hi-Fi Rush. Este juego, destacado como uno de los mejores títulos de Xbox de 2023, recibió elogios tanto de la industria como de los jugadores. Sin embargo, el cierre del estudio ha provocado un gran revuelo. Las comunicaciones posteriores por parte de los ejecutivos de Microsoft, junto con las reacciones de algunos desarrolladores, han planteado dudas sobre la efectividad de la estrategia de comunicación y la gestión de la imagen corporativa de la compañía.

Estos incidentes destacan un problema más amplio en la industria: la gestión de la imagen de marca y la estrategia de marketing. Aunque promocionar un juego es fundamental, la imagen que una marca proyecta es igualmente crítica. Esto se observa claramente en el caso de compañías como Electronic Arts y Ubisoft, que, a pesar de la calidad de sus títulos, a menudo no son bien recibidas por los usuarios, un problema que ahora también parece afectar a Sony y Microsoft.

Con un público tan exigente como el de los videojuegos, es crucial contar con una estrategia de marca bien definida, un plan de crisis robusto y un enfoque sensible hacia los consumidores, aspectos que algunas de las principales compañías de videojuegos parecen haber descuidado.